viernes, 25 de septiembre de 2015

Anillando aves

El pasado 19 de septiembre tuve la oportunidad de disfrutar de una amena sesión de anillamiento de aves, enmarcado dentro del conjunto de actividades, altamente recomendable, de la Escuela de Naturalistas que organiza el Grupo Naturalista Hábitat. La cita era en el embalse de Cecebre, donde la densa niebla que nos recibió a primera hora de la manaña, pronto se disipó con los primeros rayos de un sol que se iba a imponer a lo largo del resto de la jornada.

Amanecer en Cecebre

El agua estaba como una lámina totalmente lisa

Bajo la niebla empezaron a aparecer las aves acuáticas

El anillamiento científico de aves consiste en la colocación de una anilla en la pata de un ave salvaje. Esta anilla lleva impreso un código alfanumérico que permite identificar unívocamente al ave que la porta, así como a la entidad responsable de su colocación.

Anillas para pequeños paseriformes, listas para ser colocadas

En función de la especie o especies objetivo del estudio, existen diversos métodos para la captura de las aves. En este caso, se emplearon las redes japonesas, que deben quedar montadas y ubicadas en lugares estratégicos antes de la salida del sol.

Red oculta entre la vegetación

Red cerca del agua, en la que suelen caer limícolas

Ya en la primera ronda de revisión de las redes, se recogieron los primeros ejemplares. Mientras desenredaban cuidadosamente a las aves atrapadas, los componentes del Grupo de Anillamiento Píllara, que se encargaron de desarrollar la actividad, recalcaban la condición indispensable de que el bienestar de las aves está por encima de cualquier otra cosa durante el ejercicio de anillamiento.

Chicho desenredando un chochín (Troglodytes troglodytes)

La colocación de las anillas va siempre acompañada de la toma de diversos datos relacionados con el instante de la captura (lugar, fecha, hora...) y con distintos aspectos biológicos del ave (especie, sexo, edad, medidas del ala y tarso, peso, índices de grasa y musculatura, existencia de placa incubatriz indicadora de que el ave está criando, etc). En esta sesión especial de anillamiento, los alumnos de la Escuela de Naturalistas iban recibiendo la pertinente explicación de cada acción ejecutada por los anilladores.

Manolo manipulando aves con soltura y explicando cada paso

Medición del ala

Examen del plumaje

Medición del tarso

Pesaje del ave

Elia, alumna aventajada, tomando nota de todo

Es habitual que algunas de las aves que quedan atrapadas en las redes ya hayan pasado por la experiencia previamente, y porten una anilla colocada en ejercicios anteriores. Son casos muy interesantes, pues los datos tomados pueden compararse con los recogidos anteriormente para el mismo individuo, con lo que es posible conocer cómo ha evolucionado con el paso del tiempo. Si se trata de una especie sedentaria, lo habitual es que haya sido anillada en el mismo lugar y por el mismo grupo de anillamiento. Sin embargo, también se dan casos de aves migratorias que han sido anilladas en lugares muy lejanos (por ejemplo, los pájaros moscones suecos que fueron vistos en Cecebre este mismo año).

Petirrojo europeo (Erithacus rubecula) con anilla

La recolección y análisis de todos estos datos permite obtener valiosas conclusiones acerca de la biología de las aves anilladas y las poblaciones a las que pertenecen, como pueden ser su longevidad, tasas de mortalidad y supervivencia, evolución de las poblaciones, patrones de movimientos migratorios, etc. Todo ello es muy interesante pues, como buenos bioindicadores que son, los cambios en el comportamiento de las poblaciones de aves pueden ponernos en alerta ante los desequilibrios que puedan haber sufrido los ecosistemas en los que habitan. Asimismo, este conocimiento extraido del anillamiento científico puede utilizarse para contribuir a la conservación de las propias especies estudiadas.

Cetia ruiseñor (Cettia cetti)

Acentor común (Prunella modularis)

Tras la colocación de la anilla y la toma de datos, el ave siempre se vuelve a liberar, un momento que siempre despierta cierta emoción, por muchas veces que uno lo haya vivido con anterioridad.

Ismael despidiéndose de un amigo

Ajenos a nuestra tarea, a nuestro alrededor también se podían observar multitud de aves de una buena cantidad de especies diferentes. En el agua, desde primera hora se podían ver zampullines comunes (Tachybaptus ruficollis), somormujos lavancos (Podiceps cristatus) y ánades azulones (Anas platyrhynchos). Sobre sus cabezas, centenares de golondrinas comunes (Hirundo rustica) se afanaban en coger fuerzas para emprender su largo viaje hacia el sur.

Somormujos lavancos (Podiceps cristatus)

Al contrario que las golondrinas, los cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo) nos visitan en invierno, y los más tempraneros ya estaban aquí. En cuanto el sol comenzó a calentar un poco, abandonaban sus dormideros por decenas.

Cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo)

Un rápido vistazo a la orilla del pantano solía ser suficiente para detectar la presencia de otro tipo de especies, como la lavandera blanca (Motacilla alba) o el andarríos chico (Actitis hypoleucos). Ese día, ningún ejemplar de estas especies cayó en las redes.

Andarríos chico (Actitis hypoleucos)

Minutos más tarde de que se desperezasen los cormoranes, varias garzas reales (Ardea cinerea) realizaban el mismo camino, seguramente para compartir zonas de pesca con ellos, pues son buenos aliados que se benefician mutuamente.

Garza real (Ardea cinerea)

La mañana fue pasando muy entretenida y se siguieron anillando aves de distintas especies.

Agateador común (Certhia brachydactyla)

Agateador común (Certhia brachydactyla)

Carbonero garrapinos (Periparus ater)

Reyezuelo listado (Regulus ignicapilla)

Mito (Aegithalos caudatus)

Algunas de ellas, por su vistosidad, levantaban bastante expectación entre los asistentes. El martín pescador (Alcedo atthis) fue objeto de un buen número de fotografías.

Martín pescador (Alcedo atthis)

Sesión fotográfica al martín pescador

Durante el camino a las sucesivas visitas a las redes es recomendable ir con los ojos bien abiertos. En lugares como Cecebre, en cualquier rincón podemos descubrir una bonita escena. Mientras íbamos pendientes de la nutria que acababa de pasar frente a nosotros, nos topamos con dos chorlitejos grandes (Charadrius hiaticula), especie limícola que no se ve todos los días en este embalse.

Chorlitejos grandes (Charadrius hiaticula)

Se trataba de dos ejemplares jóvenes, nacidos hace unos meses

Ver las aves en la mano permite observar detalles que no siempre es posible apreciar, aunque se trate de especies habituales en nuestro entorno. Tuvimos la ocasión de comparar con todo lujo de detalles el plumaje de un adulto de petirrojo (Erithacus rubecula) con el de un joven nacido este año.

Petirrojo adulto (abajo) y joven (arriba)

Y más completa aún fue la comparativa entre sexos y edades de la curruca capirotada (Sylvia atricapilla).

Macho adulto (izquierda), macho joven (centro) y hembra adulta (derecha)

Sin ser un día de grandes números en cuanto a ejemplares y especies anilladas, la actividad fue, para todos los asistentes, una ocasión excepcional para aprender cosas nuevas acerca de la naturaleza que nos rodea, y poder disfrutar de ella con la mayor cercanía posible. Desde aquí animo a todo el mundo a participar en este tipo de actividades y en iniciativas como la Escuela de Naturalistas de Hábitat.

Nombre científicoNombre comúnTotal de ejemplaresRecapturas
Troglodytes troglodytesChochín comúm54
Erithacus rubeculaPetirrojo europeo42
Prunella modularisAcentor común2
Cettia cettiCetia ruiseñor2
Alcedo atthisMartín pescador2
Regulus ignicapillaReyezuelo listado1
Certhia brachydactylaAgateador común1
Aegithalos caudatusMito común11
Periparus aterCarbonero garrapinos1
Sylvia atricapillaCurryca capirotada31

Y cuando ya lo teníamos todo recogido y nos despedíamos hasta otro día, el colofón lo puso una imponente águila pescadora (Pandion haliaetus) que se dejó ver a muy poca distancia e incluso se lanzó al agua para intentar capturar un pez. Uno más para la lista de recuerdos de un gran día.

Foto de grupo de los asistentes a la jornada

jueves, 17 de septiembre de 2015

Tiempo de cambios

Demasiado tiempo, unos meses ya, sin actualizar el blog. Como para los machos de ánade azulón, en las fotografías con su plumaje de eclipse, es una época de cambios para mí. Cambios que me están dejando poco margen de tiempo para hacer algunas cosas.



Pero seguiré disfrutando de la naturaleza y espero poder seguir compartiendo experiencias por este canal cuanto antes. ¡Saludos!