jueves, 17 de julio de 2014

Tiempo de crecer

La gran mayoría de especies animales que conviven con nostros aprovechan los meses en los que la climatología es más favorable para desempeñar la más importante misión de sus vidas, que no es otra que procrear. Salta a la vista sólo con salir a dar un paseo, tanto en entornos rurales como urbanos. Quiero compartir una pequeña muestra de esto a través de algunas fotografías que he tomado durante los últimos días, y que en gran parte retratan escenas con las que me he topado fortuitamente, sin salir a buscarlas específicamente, pues la naturaleza, si se lo permitimos, siempre es fiel a sus citas.

Una especie emblemática en gran parte de España es la cigüeña blanca (Ciconia ciconia). Para los que no estamos acostumbrados a verlas a diaria, es muy llamativo el tamaño que pueden alcanzar sus nidos y los lugares que a veces eligen para ello. A estas alturas del año, los pollos ya se encuentran muy crecidos, y emplean gran parte de su tiempo en ejercitar sus alas y prepararse para el que será su primer vuelo.



También a punto de alcanzar la independencia estaban estos pollos de golondrina común (Hirundo rustica) a los que pude retratar con sucia cristalera de por medio. Al verlos tan apretados, lo que primero pensé es que, al contrario que las cigüeñas, éstos no tienen la oportunidad de entrenarse mucho, así que más les vale estar seguros de que van a saber volar antes de lanzarse al vacío. En cuanto lo hagan, seguramente sus padres intentarán sacar adelante una siguiente nidada.



A una segunda nidada probablemente pertenecían estos otros, menos desarrollados, que esperaban impacientemente la comida que continuamente les procuraban sus incansables progenitores.



En muchas de nuestras poblaciones también podemos disfrutar a muy poca distancia de cómo se desarrollan las nuevas generaciones de avión común (Delichon urbicum), cuyos nidos son aún más cerrados que los de sus parientes las golondrinas. Qué importante es que la sociedad se conciencie a la hora de respetar estas auténticas obras de arte, cuyos constructores alegran los cielos de nuestros pueblos y ciudades, y además nos libran de millones de insectos.



Lo mismo se puede decir respecto a los vencejos comunes (Apus apus), componente imprescindible de nuestros paisajes estivales. Aunque, en este caso, sus pequeños vástagos permanecen ocultos en las grietas que, sin quererlo, el hombre les ha construido como hogar, y que podemos localizar observando los movimientos de los adultos.





Tremendamente relajante resulta sentarse a la sombra en un día caluroso y contemplar las idas y venidas de un numeroso grupo de estos maestros del vuelo.


En un hábitat bien diferente se desenvuelven las cigüeñuelas comunes (Himantopus himantopus), aunque en este caso también se encuentren junto a un núcleo urbano: Villaviciosa. Es muy entretenido ver cómo los adultos de esta especie, bulliciosos y pendencieros como pocos, mantienen a raya a cualquiera que invada su territorio, aunque se trate de una inofensiva cría de azulón.




Por su parte, y a diferencia de las anteriores especies, los nacidos este verano se emplean a fondo en alimentarse por su cuenta. Métodos diferentes para el mismo objetivo: crecer muy rápido y aprender a volar para, apenas unas semanas después, afrontar su primera migración.



Aunque no siempre sea posible ver a los recién nacidos, la actividad de sus padres puede revelar que los pequeños no andan muy lejos. Fue el caso de esta abubilla (Upupa epops) que pude ver en tierras de Granadilla (Cáceres) portando la ceba.


A pocos kilómetros, esta culebrera europea (Circaetus gallicus) sobrevolaba el pueblo de Hervás haciendo honor al nombre que le hemos dado a su especie, pues de su pico sobresalía la cola de un ofidio.



Y ya que he empezado con la cigüeña blanca, abundante y cercana, cerraré el círculo con su pariente la cigüeña negra (Ciconia nigra). Tan parecidas y tan diferentes. Es una gran noticia comprobar cómo esta especie, escasa y tímida donde las haya, se reproduce año tras año en algunos puntos de la Península Ibérica. Las fotos, algunas fruto de acoplar la cámara del teléfono móvil al telescopio, están tomadas en Monfragüe, donde las cigüeñas negras comparte espacio con los buitres leonados.


A diferencia de lo que es habitual en otros lugares, en los que se refugia en los árboles de los bosques más frondosos, aquí se encuentran cómodas construyendo sus nidos en los roquedos, que constituyen un lugar muy seguro.



No todo van a ser plumas, y afortunadamente aún quedan espacios en los que los grandes mamíferos encuentran las condiciones adecuadas para reproducirse. También en Extremadura, tuve la suerte de ver numerosos venados (Cervus elaphus), entre los que se podía observar algún cervatillo. A mediodía, esta familia buscaba una sombra en la que acomodarse para pasar las horas de calor más sofocante.




Mientras que al caer la tarde, otros se mostraban más activos. Este joven parecía que ya se animaba a buscar los mejores brotes para llevarse a la boca.


Termino la colección de recién llegados al mundo en los terrenos más escarpados de la Sierra de Gredos, donde en estos momentos crece una nueva generación de cabra montés (Capra pyrenaica). Son increíbles los lugares a los que consiguen acceder ya desde muy tempranas edades. ¿Los ves en la primera foto?



Un poco de leche energética de mamá...


...¡Y a seguir descubriendo el mundo!