jueves, 10 de octubre de 2013

Alcatraces frente a Baldaio

El otoño se estrenó con un caluroso y muy agradable día para recorrer Baldaio a primera hora de la mañana, antes de la llegada masiva de gente. El conjunto de playa y marismas forman un buen lugar para dar acogida a muchas especies migratorias. Los primeros en llamar mi atención fueron unos pocos ejemplares de zarapito real (Numenius arquata) que se refugiaban en la vegetación. Estaban a bastante distancia y se camuflan muy bien, pero su considerable tamaño y larguísimo pico no pasaron desapercibidos en esta ocasión.


Las agujas colipintas (Limosa lapponica) son visitantes habituales del lugar, y de las que se dejan observar a menor distancia.


Una vez concluido el verano y el periodo de cría, vuelan al sur en busca de lugares menos hostiles donde pasar el invierno. A estas alturas, la muda del plumaje está muy avanzada y ya no queda ni rastro de los vivos colores anaranjados que lucían en el viaje de ida.


Examinan minuciosamente cada palmo de arena, hundiendo sus largos picos para alcanzar el alimento. Por desgracia, muchas playas están llenas de desperdicios humanos (como el trozo de red que se ve en la foto) que suponen un riesgo añadido para toda la fauna.


La guinda de la jornada la pusieron un grupo de alcatraces atlánticos (Morus bassanus) que se dejaron ver a unas decenas de metros de la orilla. No es que sea poco habitual el paso de alcatraces frente a esta costa, y mucho menos en estas fechas, pero que se pongan a pescar realizando picados (que este fotógrafo no fue capaz de retratar) a tan poca distancia de tierra es un espectáculo impagable.




Los ejemplares jóvenes también demostraban gran destreza en el arte de la pesca.



Unos instantes inolvidables y una muestra más de que no hace falta ir muy lejos para disfrutar de espectáculos naturales tan impresionantes como éste.

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