viernes, 16 de agosto de 2013

Pequeño paraíso en el río Parada

Un paradisiaco lugar, que además forma parte del selecto grupo de los que no se masifican un domingo soleado de agosto (incluso puede no haber nadie), es el que protagoniza el río Parada a su paso por el municipio pontevedrés de A Lama.



Su cauce rocoso de formas caprichosas invita a pasar un largo rato de relax a remojo en sus cristalinas (y nada frías) aguas.




Los pequeños saltos de agua y piscinas naturales forman un spa al aire libre donde los sonidos predominantes son los que producen la propia corriente de agua y las aves que habitan en el bosque de ribera anexo. Todo un lujo al alcance de todos.




lunes, 12 de agosto de 2013

El ánsar chico de Cecebre y otros más habituales

Las visitas ornitológicas a Cecebre suelen ser mucho más interesantes en invierno, cuando la variedad de especies es mayor debido a los ejemplares que llegan procedentes del norte de Europa. No obstante, el lugar es atractivo para las aves y las visitas inesperadas pueden ocurrir en cualquier momento.

Eso es lo que ha pasado con el ánsar chico (Anser erythropus) que lleva ya unos cuantos días en el embalse y que fue localizado previamente por Damián Romay y Xabi Varela, ornitólogos apasionados de los que, como aficionadillo que soy, aprendo cosas día tras día.



Este bonito ejemplar se ha integrado en un grupo heterogéneo de anátidas habituales en la zona, formado por ánades azulones y otras especies de ánsares. En ocasiones también he visto alguna barnacla unida al bando. El comportamiento de muchos de ellos, incluido el ánsar chico, es mucho más tolerante de lo habitual con la presencia de humanos cerca, lo que, unido a la época del año en que nos encontramos, plantea grandes dudas de que sea un ejemplar nacido en plena naturaleza.



El tiempo veraniego y la tranquilidad del lugar invita a dar buenas caminatas por la zona y disfrutar de la observación de otros moradores más comunes en la zona. En esta ocasión, el buitrón (Cisticola juncidis) y el somormujo lavanco (Podiceps cristatus) fueron los que se me pusieron a tiro.





Por su parte, los cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo) que no han emigrado seguían en sus posaderos favoritos.



Y al caer la tarde llamó mi atención otro individuo, este de tierra firme, que me seguía con una mirada inquietante desde su palacio particular.




jueves, 8 de agosto de 2013

El parque de San Pedro se anima

A última hora de las tardes de verano el parque de San Pedro se anima y, a medida que los turistas se van retirando, la fauna del lugar va perdiendo la timidez.

En la charca se pueden observar muchos ejemplares de rana común o perezi en esta época. No croan con tanta intensidad como en primavera, pero a cambio, si no hay mucho jaleo a su alrededor, se muestran muy activas.




El clima bondadoso y la abundancia de insectos en esta época favorece a la población de aves del lugar. Durante estos meses, se puede disfrutar de la compañía de los zarceros políglotas (Hippolais polyglotta) que se mueven incesantemente por la zona de matorral.



Todas las especies aprovechan los meses calurosos para procrear. Así, no es difícil encontrarnos con algún juvenil que aún perfecciona sus técnicas de vuelo, como este petirrojo (Erithacus rubecula).


Uno de los más habituales del lugar a lo largo de todo el año es la tarabilla común (Saxicola torquatus). Aquí, una pareja con el macho:



Y la hembra:


No tan habitual, sino más bien toda una sorpresa para mí, fue la aparición sin previo aviso de este cuco común (Cuculus canorus). Su vuelo rápido, zigzageante y a baja altura me dejó hipnotizado durante un buen rato. Sólo conseguí fotografiarlo durante unos segundos que se posó en el camino. El barrado de su plumaje y la mancha clara en el píleo revela que se trata de un ejemplar juvenil en dispersión, que ya habrá abandonado el nido de sus padres adoptivos para buscarse un territorio en el que asentarse.



Aves aparte, el parque también es un sitio inmejorable para ver una buena muestra de la población de conejos que pulula por la zona.





No parece un mal lugar para vivir, al menos desde nuestra perspectiva humana.


Los hay de todos los tamaños y formas. A este le faltaban las puntas de las orejas:



Salen de sus refugios y siempre emergen con timidez de la vegetación más espesa. Poco a poco se van confiando y se aventuran en zonas más abiertas, pudiendo llegar a verse grupos bastante numerosos.



...hasta que llega un listo y azuza a su perro para que los persiga. Cosas de la especie humana, que tiene más peculiaridades que ninguna.

Y después de una jornada de relax y observación de fauna, el monte de San Pedro siempre regala una bonita puesta de sol.



Nunca hay dos iguales.

viernes, 2 de agosto de 2013

Fin de semana en Somiedo (y III)

Antes de partir del tierras somedanas, una breve caminata por el puerto, lindando con la provincia de León. Encuentro la población de Santa María del Puerto muy animada por una colonia de avión común (Delichon urbicum) con actividad frenética. Es un constante ir y venir de aves adultas que, tras la captura de insectos al vuelo, retornan al nido para la ceba de los polluelos que allí esperan impacientes. Tendrán que crecer rápido para, en sólo 3 semanas, aprender a volar y, tras el verano, emprender su primer largo viaje a África.





El único charco de la zona es fundamental para la construcción y permanente reparación de la casa, tareas en las que ponen gran esmero y en las que participan, al igual que en todo el proceso de cría, ambos miembros de la pareja.


El nido se compone de centenares de bolitas de fango mezcladas con saliva. Y claro, entre tanto trabajador siempre surge algún oportunista aprovechado.


En los alrededores, tapizados de los matorrales más típicos de la alta montaña, no consigo dar con el bonito pechiazul, pero, entre alondras, chochines, acentores y tarabillas comunes, sí que sale a mi paso otra especie que tenía ganas de encontrar: la tarabilla norteña (Saxicola rubetra).



El cielo, ese día infinitamente azul, también acoge a otro ilustre visitante estival como es el alimoche o buitre egipcio (Neophron percnopterus). Sus habilidades para abrir huevos empleando piedras le hacen formar parte del selecto grupo de animales capaces de utilizar herramientas.



Y, por supuesto, todo el rato se siente uno acompañado por los enormes buitres leonados (Gyps fulvus).


Así es Somiedo, o al menos una pequeña parte de él: toda una joya para disfrutar y conservar.