martes, 18 de junio de 2013

Y el cielo se llenó de buitres

Se trataba de disfrutar en compañía del bonito día que había salido y liberarse del estrés acumulado a lo largo de la semana. Y qué mejor lugar que el monte Pindo, con sus paisajes imposibles y su legendaria historia.

La idea era ir subiendo tranquilamente hasta que las piernas empezaran a quejarse, recreándose con las magníficas vistas, y sin el objetivo obligatorio de llegar a la cumbre.


Finalmente, alcanzamos la cima de A Moa y, cuando aún lo estábamos celebrando, entraron en escena, provenientes del Norte (Cee, Ézaro...) decenas de buitres leonados (Gyps fulvus) sobrevolando la zona a buena velocidad, aprovechando las corrientes de aire que eran bastante intensas. Entre lo inesperado de la situación, lo rápido que pasaron y lo que tardé en sacar la cámara, las fotos no han podido ser más que un testimonio de la inusual situación. Afortunadamente, cuando ya se dirigían tierra adentro por detrás de la sierra de Outes, se pusieron a planear en círculos y pude tomar las citadas instantáneas antes de perderlos de vista.





Un poco más tarde, unos pocos ejemplares rezagados se dejaron observar un poco mejor cuando sobrevolaban la cascada del Xallas.


Personalmente, nunca había visto buitres en la zona, tan lejos de los cortados en los que anidan, y mucho menos en esa cantidad. En la provincia de A Coruña, los avistamientos de los que he tenido noticia suelen ser de pocos ejemplares, y más habituales en la zona Noreste de la provincia, entorno a las sierras de O Xistral, A Faladoira, A Curiscada, A Loba... Lo excepcional de la situación le da aún más valor al privilegio de haberla podido contemplar en directo. La naturaleza nunca dejará de sorprendernos.

Y ya en el camino de vuelta, casi llegando a los pies del Pindo, esta bonita curruca rabilarga (Sylvia undata) parecía que también se quería hacer notar.



Infinitamente más pequeña que sus parientes los buitres. Cada especie especializada hasta el límite en el objetivo de conseguir el alimento diario y reproducirse, perfectamente adaptadas a un hábitat en el que, de vez en cuando, sólo unos cuantos metros los separan. Una muestra más de la rica biodiversidad de la que aún disponemos, y que tenemos la obligación de conservar.

miércoles, 12 de junio de 2013

Mix de avifauna primaveral

El buen tiempo no termina de llegar y es motivo de queja para muchos individuos de la especie humana. Sin embargo, la naturaleza sigue su curso y la primavera se hace notar con infinidad de muestras que alteran el paisaje y el comportamiento de muchas especies.

El discreto acentor común (Prunella modularis), siempre cerca de los arbustos, se deja ver más que nunca estos días.



A menudo comparte el territorio con las tarabillas comunes (Saxicola torquatus). En esta época es frecuente verlas en parejas. Aquí el macho reclamando:


Y no muy lejos, la hembra con el alimento en el pico:


Me llamó la atención la coloración de este ejemplar. No sé si puede tratarse de una anomalía o si es un juvenil recién venido al mundo.



El canto ruiseñor bastardo (Cettia cetti) es como una alegre explosión que rompe la calma reinante entre la vegetación acuática. A pesar de ello, casi siempre se escapa al objetivo de mi modesta cámara. De momento me tengo que conformar con esta foto.


Los carboneros comunes (Parus major) añaden una nota de color a la cada vez más exhuberante vegetación.




Y no les van a la zaga los verderones comunes (Carduelis chloris) como este:


La dedalera (Digitalis purpurea) es una planta que me encanta y a estas alturas ya se encuentra por todas partes.


A lo largo de la historia, la dedalera ha cruzado alguna que otra vez el límite entre la aceptación y el rechazo del ser humano. Contiene una serie de sustancias activas que pueden resultar tóxicas, pero que también han resultado ser muy importantes en farmacología para las afecciones cardiacas, cicatrización de úlceras, llagas, etc.


Este mirlo común (Turdus merula) se desenvolvía con comodidad cerca de ellas. Un ave tan abundante como bonita.


Casi siempre entre la vegetación, destacan los vivos colores del macho de camachuelo común (Pyrrhula pyrrhula).



En el embalse de Cecebre, descubro que algunos cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo) parece que han decidido quedarse este verano. Estos días la tranquilidad es máxima en sus posaderos, nada que ver con las aglomeraciones del invierno.


Aún con la niebla del amanecer en el ambiente, una pareja de somormujos lavancos (Podiceps cristatus) son los únicos que muestran algo de actividad sobre las tranquilas aguas.


Me tiene intrigado el hecho de no haberlos visto desde el verano pasado, ya que en teoría es una especie más típica del invierno por estos lares. Les haré un seguimiento más intenso para saber si se trata de ejemplares sedentarios o no. En este hobby de la ornitología, una vez que uno empieza ya no hay forma de parar!



jueves, 6 de junio de 2013

La fraga de Catasós

No fue hasta el año 2000 cuando la Xunta de Galicia declaró la fraga de Catasós como Monumento Natural. 46 años antes, el fitopatólogo norteamericano Filippo Gravat había indicado la necesidad de proteger este enclave. Por fortuna, durante todo ese tiempo, este reducto del bosque caducifolio que en otras épocas cubría gran parte de nuestra geografía, resistió a la presión del desarrollo y la especulación urbanística de la vecina ciudad de Lalín.


Ver mapa grande

Si se pasa por la zona, merece la pena hacer una parada para visitar el lugar. Llegar es muy sencillo, pues se encuentra junto a la carretera N-525 (Santiago-Ourense-Benavente), anunciada por un cartel a sólo 4 kilómetros de Lalín en dirección a Ourense. Eso sí, no hace falta perder el tiempo (como hizo un servidor) buscando algún lugar habilitado para estacionar el coche, porque no lo hay. Así que hay que aparcar justo a la entrada (con espacio para dos o tres vehículos) o buscar algún lugar próximo.


Este pequeño y singular bosque, que se recorre por completo en muy poco tiempo, está formado sobre todo por castaños y robles centenarios, destacando también algún que otro llamativo alcornoque. Se dice que sus castaños, que alcanzan los 30 metros de alto y 5,5 metros de perímetro, son los más altos de Europa. A mí estas afirmaciones siempre me resultan un tanto atrevidas. En cualquier caso, sirven para hacerse una idea del importante porte de algunos árboles que han crecido allí.


En tiempos pasados, la fraga de Catasós era propiedad privada de la familia Quiroga, residente en un pazo próximo. En este lugar la escritora Emilia Pardo Bazán, casada con un descendiente de la familia, elaboró parte de su obra "Los pazos de Ulloa". Al contrario de lo que puede parecer, los imponentes castaños que contemplamos hoy en día son resultado de la acción humana, habiendo sido plantados en hileras de rigurosa rectitud y cuidados año tras año con el fin de aprovechar sus frutos y su madera (que se empleaba en la construcción de vigas para los pazos y demás construcciones de la zona).


El sotobosque alberga la mayor parte de la vida en este enclave: hongos, musgos, líquenes, insectos, anfibios, reptiles, pequeños mamíferos... un buen número de especies que pasarán desapercibidas a los inexpertos ojos de la mayoría de los visitantes. La descomposición de la madera y hojarasca que cubre el suelo juega un papel clave en el mantenimiento de este frágil microambiente que ha podido conservarse hasta nuestros días.