martes, 26 de febrero de 2013

Parque Nacional Peneda-Gerês

El Peneda-Gerês es el único espacio natural catalogado como Parque Nacional de Portugal. En el límite con Galicia, tuve la ocasión de verlo de pasada, sin apenas bajar del coche. Pero merece la pena visitarlo con más tiempo para descubrirlo a fondo.


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En general, diría que el paisaje es diferente a lo que conocía hasta ahora. El relieve es accidentado, con cumbres que llegan a sobrepasar los 1500 metros de altitud, y muy rocoso, pero de aspecto muy distinto a la típica caliza de Asturias. Los peñascos a veces dan lugar a formas curiosas que pueden recordar a estampas de Galicia como el monte Pindo, pero la vegetación está mejor conservada, aunque hay un poco de todo: extensos pinares, laderas totalmente tupidas de mimosas, bosques húmedos de robles recubiertos de usnea... eso sí, parece que han podido mantener al eucalipto a raya.





El agua juega un papel primordial en el parque, y los arroyos de aguas claras que descienden rápidamente ladera abajo surgen por todas partes. En ocasiones, dan lugar a bonitos parajes como la cascada del río Arado.




Otro buen lugar para perderse un largo rato.

jueves, 21 de febrero de 2013

Cecebre: mitos, camachuelo, gaviota vs cangrejo y porrones moñudos

El observatorio de aves de Cecebre me gusta, entre otras cosas, porque sin salir de él se tiene acceso a diferentes hábitats. La semana pasada estuve por allí y, como tanto en el agua como en las orillas del embalse no se observaba gran cosa (al menos, nada diferente a lo habitual), decidí fijar mi objetivo en los árboles que rodean la parte trasera de la caseta.

Mosquiteros, reyezuelos y mitos recorrían sin descanso las ramas, aún desnudas, de los árboles de hoja caduca. Entre la densidad del ramaje y que no paraban quietos, sólo conseguí una foto decente de este mito (Aegithalos caudatus).


Un color diferente entre los árboles llamó de pronto mi atención. Era un macho de camachuelo común (Pyrrhula pyrrhula). Qué ave tan hermosa.


Nueva revisión a la actividad en el pantano: cercetas, porrones moñudos y... ¿esos dos?

Edición: se veían algo distintos a los demás, por lo que pensé en la posibilidad de que fueran porrones bastardos. Sin embargo, gracias a la ayuda de fenixavisunica y Xabi Varela, queda claro que se trata de dos hembras de porrón moñudo (Aythya fuligula). ¡Muchas gracias a los dos!




Ya de retirada, pude presenciar una curiosa escena, en la que una gaviota había atrapado un cangrejo de río, pero estaba en el agua y parecía no saber muy bien cómo llevárselo al buche. Sacude la cabeza hacia un lado, hacia el otro... y al final, lo engulle entero y se queda tan ancha. ¡Buen provecho!





viernes, 15 de febrero de 2013

De la playa de Barra al Cabo Home

Aprovechando un viaje por la zona, decidí hacer una escapada express para conocer el Cabo Home. La idea era llegar hasta allí en coche, pero mi desconocimiento de la zona, unido a la escasa señalización en las carreteras, hicieron que acabase en otro lugar, eso sí, no muy lejano a mi destino. Y el aparente inconveniente pronto se convirtió en una bonita experiencia.


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Dejé el coche a la entrada de un extenso pinar que invitaba a ser explorado. La tranquilidad del lugar en una mañana fresca y soleada era el escenario perfecto para desconectar durante un rato de las preocupaciones y la rutina diaria. Y la verdad es que merece la pena perderse durante unos instantes por el laberinto de caminos que conforman este paisaje.




Caminos que seguramente no son transitados sólo por el hombre, aunque durante mi paseo esta ardilla fue prácticamente lo único que puso algo de movimiento en un paraje en el que parecía que se había detenido el tiempo.


Y al final, todos los caminos conducen a la paradisiaca playa de Barra, de arena fina y clara, bañada por gélidas y transparentes aguas del Océano Atlántico.


Afortunadamente, el urbanismo no ha llegado a todas partes y aún nos quedan tesoros como este.


En el extremo Oeste del arenal, tomo un sendero litoral que deja atrás la playa y se adentra en la Ría de Vigo. Al otro lado, la bruma difumina el caos urbanístico de la gran ciudad. Destaca la silueta de la aberración arquitectónica de la isla de Toralla.



Unos metros más adelante, el sendero gira tierra adentro por un bosquete de eucaliptos, siendo el único tramo con pendiente ascendente.


Pronto llego a una pista de tierra más ancha desde la que, unos minutos más tarde, ya puedo ver el faro del Cabo Home. Al final lo encontré.


Y así, en apenas media hora de caminata, alcanzo uno de esos lugares tan característicos de esta tierra gallega, donde la tierra y el mar se abrazan en un sinfín de retorcidos kilómetros de costa. Desde este punto las Islas Cíes quedan a tiro de piedra, y la vista es digna de quedarse un buen rato empapándose de la magia del lugar.