viernes, 23 de noviembre de 2012

Ratonero en Visma

Durante algo más de una semana, algo atrajo a este busardo ratonero (Buteo buteo) a la periferia coruñesa, concretamente a la zona de San Pedro de Visma. Era posible verlo casi a cualquier hora del día posado sobre el mismo cable del tendido eléctrico, en una zona verde bastante abierta que sin duda tenía controlada al milímetro desde lo alto, haciendo gala de una paciencia infinita, a la espera de aprovechar cualquier oportunidad para llevarse algo al pico.



 
Compartía cable con un buen número de estorninos ruidosos que no parecían incomodarle para nada. Menos hospitalarias resultaban las gaviotas urbanas, que intentaban intimidarlo cuando alzaba el vuelo sobre la ciudad.


Y como seguramente un cable de alta tensión no el lugar más acogedor para vivir, sobro todo en estos días de vientos huracanados, esta semana decidió mudarse, seguramente a un lugar más tranquilo y alejado del ajetreo de la ciudad. ¡Buena suerte!

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Cecebre, un lugar de cuento

Cuando un hombre consigue llevar a la fraga de Cecebre un alma atenta se entera de muchas historias... Entonces se comprende que existe otra alma allí, infinitas almas: que está animado el bosque entero.
Wenceslao Fernández Flórez (1885-1964)

Aunque el tiempo lo cambia todo y sólo queda una pequeña parte de la fraga que cita Wenceslao Fernández Flórez en su obra literaria (con posterior versión cinematográfica), Cecebre sigue manteniendo su magia. Estos días el pantano está bajo mínimos. Nunca, ni siquiera en verano, lo había visto tan seco, y eso que en las últimas semanas ha llovido con intensidad. Imagino que habrán abierto la presa en previsión de futuras lluvias que lo vuelvan a dejar rebosante de agua. Lo bueno de esta sequía es que se puede pasear por la orilla, pudiendo contemplar lugares y paisajes un tanto fantasmagóricos que en otras épocas son totalmente inaccesibles. La bajada de las aguas deja al descubierto gran cantidad de "esqueletos" de árboles que antaño formaban parte del frondoso bosque y que hoy en día pasan la mayor parte de sus días totalmente sumergidos.




Además, la tierra húmeda que queda al descubierto proporciona el escenario idóneo para que los habitantes de Cecebre dejen sus huellas, lo que nos permite descubrir la presencia de los seres más sigilosos que habitan este lugar, los que aprovechan la tranquilidad y oscuridad de la noche para salir de sus escondrijos y campar a sus anchas sin preocuparse de la presencia humana: nutrias, tejones, jabalíes, martas, ginetas...

Las huellas de jabalí (Sus scrofa) estaban por todas partes. Seguro que les gusta darse unos buenos baños de barro por la zona.



Algunos rastros indicaban la presencia de piaras con un buen número de individuos.


En este caso, probablemente las pisadas de una garza real (Ardea cinerea), especie muy abundante en todas las zonas del pantano.


También pude encontrar una huella de mustélido que, por la forma y tamaño, pienso que podría ser de marta (Martes martes) o garduña (Martes foina).


Es destacable la abundancia (y probablemente plaga descontrolada) de cangrejos de río americanos (Procambarus clarkii), especialmente visibles cuando el nivel de las aguas es bajo.


En épocas de sequía se ven aún más cadáveres que animales vivos. Algunos aguantan como pueden haciendo un agujero en el fango.


Mientras, otros parece que vagan desorientados por la tierra e incluso llegan a las carreteras. Al acercarse a ellos, adoptan una actitud agresiva. Y hacen bien, pues con sus movimientos, más de uno consiguió que no lo pisara.


Por otra parte, en el entorno de Cecebre se puede disfrutar, y más aún en esta época del año, de una variada avifauna. Este grupo de ánsares y barnaclas viven permanentemente aquí. Desplazándose siempre juntos, se los puede ver desde muy lejos.


Las aves más abundantes seguramente sean las gaviotas patiamarillas (Larus michahellis), gaviotas reidoras (Chroicocephalus ridibundus) y cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo). Ahora también hay muchas garzas reales, limícolas de distintas especies y una pareja de espátulas (Platalea leucorodia).


Una de las espátulas tiene varias anillas en sus patas, mientras que la otra aún está "limpia".



En la lejanía, el blanco inmaculado de su plumaje delataba la presencia de una garceta grande (Ardea alba), que contrastaba con el negro de la corneja y el mimetismo de la garza real.


Más gaviotas y garzas en una isla que pronto volverá a estar sumergida.


Y en el cielo de Cecebre también es habitual la presencia de rapaces como este busardo ratonero (Buteo buteo).


Esto es todo lo que dio de sí mi última visita al entorno del pantano de Cecebre, siendo una buena muestra de la biodiversidad que alberga este lugar, no siempre suficientemente conocido y que merece la pena ser valorado y conservado.



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